La realidad que consumimos a diario y que nos consume es terrorífica a veces... tristemente muchas veces. ¡Demasiadas! Porque vivimos rodeados de monstruos: monstruos que aparentan normalidad, monstruos que no son seres humanos sino demonios despiadados. El bien y el mal conviven y lamentablemente a veces hasta chocan. Si cada monstruo pagase por sus delitos otro gallo cantaría, pero sale muy "barato" ser un monstruo. ¡Mucho más que un ángel!
Ser demonio es muy difícil y ser ángel también, aunque es cierto que a veces nos comportamos como tales.
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