"Yo no quiero París con aguacero ni Venecia sin ti"... Uno se da cuenta alguna vez en la vida de que por fin es feliz sentimental_mente hablando cuando deja de escuchar por un motivo u otro canciones que antes eran tan necesarias como el respirar, como el sufrir diría yo. Las amarguras ahora son dulces y las lágrima sólo saltan cuando uno sospecha que esto algún día dentro de algunas décadas prodigiosas terminará. Y uno especial_mente se da cuenta cuando sin venir a cuento suspira al pensar que lleva un tiempo sin escuchar, por ejemplo, el 'Contigo' de Joaquín Sabina. Entonces busca en su fichero y se re-encuentra con el comienzo de estas palabras de hoy: "Yo no quiero...". Porque ahora quiere más que no quiere, y sabe que la chica de la canción permanece a su lado. Dejó de lado los melodramas y se afincó en la realidad, que a veces nos sonríe y otras (muchas veces) nos mata... pero no nos derriba. Ahora no cierro para volver a abrir. Lo llamaremos felicidad. ¡Contigo quiero!
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